Miércoles, 9 Julio, 2014
María, Madre que nos viste con su Escapulario
En escucha de la Palabra: El Nacimiento (Lc 2, 1-20)
Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace."
Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado." Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.
Reflexión: El evangelista Lucas nos transmite el gesto cariñoso y materno de María que envuelve en pañales al pequeño Jesús. Un gesto que toda Madre ha hecho, en señal de protección y de cuidado. También nosotros somos revestidos con el vestido de María, nuestra Madre y Hermana: a través del Escapulario Ella cuida de nosotros y nos protege. Nos envuelve con su manto para hacernos crecer fuertes y robustos en la escuela de su Hijo.
Oración: Virgen Madre, que envolviste en pañales a tu Hijo Jesús, enséñanos a ser siempre pequeños para nos dejemos "llevar en brazos" del buen Dios.
Virgen Madre, que envolviste en pañales a tu Jesús, ayúdanos a revestirnos de tu Hijo, para que seamos cada día signo del amor de Dios.
Virgen María, Esplendor del Cielo, cobíjanos a todos bajo tu manto.
Me comprometo a revestirme del Escapulario para testimoniar también externamente mi amor a Jesús y a María. Sobre todo quiero que el Escapulario me recuerde el vivir cada día en la escuela de Jesús, a ejemplo de María.
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda de modo singular.
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen fecunda de modo singular.
Oh! Madre tierna
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Intacta de hombre
A los carmelitas
Proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Madre y decoro del Carmelo
ruega por nosotros.
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